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Miércoles 15 de Enero de 2020

Belgrano, el primer ambientalista

Un prócer cargado de méritos. El autor de esta nota hace hincapié en aspectos poco conocidos de la rica personalidad del creador de la bandera.


"…La perfección es para el que contempla y la comprensión para el que actúa…". Goethe

Hombre formado académicamente en Salamanca y Valladolid. Descendiente de italianos. En 1793 se recibió de abogado en Europa. Fue el primer secretario del Consulado en el Buenos Aires del Virreynato del Río de la Plata. Desde allí propuso medidas para la educación del pueblo. También medidas ambientales que permitieran valorar la forestación. Familia acomodada que envió a estudiar a su hijo al Viejo Continente. Lo cual era una situación inconmensurable. Imaginemos que Mariano Moreno y Juan José Castelli se recibieron de abogados estudiando en la Universidad de Chuquisaca (Sucre) en la actual Bolivia. Manuel Belgrano estudió en los centros culturales del mundo de ese entonces. Sin embargo no titubeó, decidiendo desde la virtud y no desde la necesidad y por la convicción que hacía fuego en su alma, a tomar las armas por la naciente patria.

Este hijo de la ilustración y de las ideas liberales de otrora, que discrepaba de la valorización del oro y la plata que realizada la monarquía española y que, sí, admiraba el trabajo agrario, la actividad comercial e industrial de los pueblos en general y del río de la Plata en particular.

Sin ser militar, y sin desearlo, se hizo militar, él que venía de lo más excelso de los ambientes sociales y del conocimiento. Tomó todas las hostilidades ásperas y crueles de la guerra. Él, que no era guerrero. Él, cuya única arma era el proyecto colectivo de constituir patria.

Rompiendo con toda comodidad de su condición y formación, llevado por la pasión realizó la Expedición al Paraguay, ganó en Campichuelo, pero sufrió las duras derrotas de Paraguarí y Tacuarí.

Combinó guerra, cultura y construcción y así fundó las localidades de Curuzú Cuatía (Corrientes) y Mandisoví (Entre Ríos).

El 27 de febrero de 1812 enarboló por primera vez la Bandera Nacional en Rosario.

En la expedición del Ejército del Norte, protagonizó el Éxodo Jujeño. Ganó en las batallas de Tucumán (24 de septiembre de 1813) y Salta el 20 de febrero de 1813. Detuvo el avance realista.

Fue derrotado en Vilcapugio el 1º de octubre de 1813 y Ayohúma el 14 de noviembre de 1813.

El 24 de marzo de 1816 comenzó el Congreso de Tucumán. Contra toda duda e incertidumbre de si se declaraba o no la independencia de la patria, Belgrano decididamente estaba por la independencia. Él que venía de una familia acaudalada siempre se inclinaba hacia el pueblo, la igualdad y la libertad. La Revolución Francesa estaba en su cabeza.

Este hombre hijo de la razón y del iluminismo era portador del tiempo que duraba y mucho, entre 1810 a 1820 pasó a la extraordinariedad del recuerdo colectivo. En ese lapso con grandes planteos, con grandes valores que lo sostenían pasaría a la inmortalidad de nuestro recuerdo nacional.

La ilustración y el conocimiento lo seducían, y mucho. Con Quesnay y Smith. Con los fisiócratas por el amor de la riqueza de la tierra y con el progreso también del comercio y la industria.

En esa diversidad del conocimiento que fue Manuel Belgrano, polifacético y prolífico, también se ocupó del ambiente, mientras era secretario del Consulado de Buenos Aires en el Virreynato del Río del Plata, en las memorias de la institución daba recomendaciones de forestar y denotar la importancia de los árboles como reguladores del agua y también para mitigar climas, y así evitar la tala de bosques para prevenir las inundaciones. Un precursor del buen ambiente. Para lograr, otrora, entre otras cosas, la ciudad de los Buenos Aires.

Belgrano, el primer ambientalista. Un avanzado. Un ser humano trascendental. No de bronce sino de carne y hueso. Simple y profundamente grande.

No sirve el bronce para generar mejores realidades sino los hombres y mujeres. Humanas, y humanos, que con todas las falencias se sobreponen sobre sus cuerpos y se guían por el fuego de la pasión y los sueños. Belgrano fue uno de ellos.

El hombre que no quiso ser militar, y lo hizo por el proyecto comunitario de nación.
Fuente: Por Aníbal Ignacio Faccendini
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