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Jueves 26 de Marzo de 2020

1976 -24 de marzo- 2020

EL GOLPE CÍVICO-MILITAR DEL 24 DE MARZO DE 1976 Y SU SIGNIFICADO HISTÓRICO

Al cumplirse el cuadragésimo cuarto aniversario del golpe de estado del 24 de marzo de 1976 SUTECO quiere rendir un homenaje  a la memoria de aquello que por sus ideales  sufrieron el martirologio sádico-criminal de la dictadura.


1976 -24 de marzo- 2020
EL GOLPE CÍVICO-MILITAR DEL 24 DE MARZO DE 1976 Y SU SIGNIFICADO HISTÓRICO

“Estamos rodeados de acechanzas, y cuando vemos sucumbir a nuestros vecinos que como nosotros ansían liberarse, tenemos que poner las barbas en remojo. El ejemplo de Chile ha de ser valioso para nosotros, porque el mundo del presente se conjuga más en todas las fronteras que en el interior vernáculo que, en un tiempo pudo ser refugio para la nacionalidad y que hoy, amenazada por la acción de los imperialismos ha dejado de ser invulnerable a la conquista y la dependencia” (J.D. Perón. Mensaje del 21/09/73).
Al cumplirse el cuadragésimo cuarto aniversario del fatídico golpe de estado del 24 de marzo de 1976, no podemos menos que, rendir nuestro homenaje a la memoria de aquellos compatriotas y compañeros que, por sus ideales, sufrieron el martirologio sádico-criminal de una de las dictaduras más cruentas que conoce la historia patria, amén de exhumar para la memoria colectiva de nuestros días un hecho histórico que, de seguro, contribuirá para comprender las profundas contradicciones políticas, económicas y sociales en las cuales se debate la Argentina de nuestros días.-
Hace cuarenta y cuatro años, el 24 de marzo de 1976, un “golpe de Estado” interrumpía como en otros momentos de nuestra historia la vida institucional de la Nación, y de esa forma, los mandos militares impedían que, con el voto popular, se hicieran operativas las instituciones de la democracia como mecanismo de rectificación política. Al igual que la mayoría de los “golpes de Estado” que jalonaron la vida institucional de la Nación, éste no fue aséptico sino, funcional a los intereses del stablishment dominante y de su socio secular: el imperialismo.-
En primer lugar, es necesario aclarar que aquél no fue un golpe exclusivamente militar, sino que tuvo el carácter secular de haber sido cívico-militar, en tanto contó con el público apoyo golpista de las clases dominantes, en particular de la oligarquía tradicional nucleada en la Sociedad Rural Argentina, en la CRA y en CONINAGRO (entre otras) a través de la Asamblea Permanente de Entidades Gremiales Empresarias (APEGE), entidad creada de apuros hacia fines de 1975 con el consabido objetivo de socavar con solicitadas, paros agropecuarios y desabastecimiento, la estabilidad institucional del gobierno de Isabel Perón. A ello se sumó –como ocurrió en otros momentos de nuestra historia- el apoyo de importantes sectores de la diletante y timorata clase media, siempre funcional a la prédica interesada y distorsiva de los medios concentrados de la comunicación social. Es importante recordar para la memoria colectiva de nuestros días que, hacia el mes de marzo de 1976, no existía en el país razón alguna que pudiera justificar el sangriento “golpe de Estado” que, interrumpió el orden constitucional restablecido el 25 de mayo de 1973. Hacia el mes de marzo de 1976, la guerrilla urbana (única subsistente) se encontraba virtualmente extinguida y en dispersión (víctima de errores políticos y faltos de apoyo popular), funcionaba a pleno el Congreso y los demás poderes de la Constitución, y como si fuera poco, el Poder Ejecutivo –por presión de los mandos militares- había convocado a elecciones anticipadas para el mes de diciembre de ese año (1976). Cuando se produjo el golpe de Estado del 24 de marzo, faltaban escasos meses para que el pueblo expresara a través de las urnas -en el marco de la Constitución Nacional-, su voluntad política. Los únicos factores de desestabilización del orden constitucional, eran los señalados (la conspiración de la oligarquía tradicional y de los consabidos factores de poder) y los conatos de violencia de los “grupos de tarea” de las FF.AA. y de los organismos de seguridad interna.-
Hoy, a cuarenta y cuatro años de tan infausto acontecimiento, podemos afirmar sin temor a equívoco que, tres fueron los objetivos reales del golpe cívico-militar: uno, el de la eliminación física de todos los cuadros políticos, sindicales y sociales que, nucleados mayoritariamente en el Peronismo, en aquellos tiempos luchaban por la independencia económica, la justicia social y la soberanía nacional frente a la dominación neocolonialista. Tal la razón del genocidio que costó la vida de miles de compañeros y cuya autoría y responsabilidad le cupo en forma directa a las Fuerzas Armadas de aquellos tiempos, funcional en su práctica a la tristemente célebre “Doctrina de la Seguridad Nacional”, intelectualmente diseñada y difundida a nivel continental por el Pentágono y por el Dpto. de Estado norteamericano. La aplicación brutal e inhumana de esa doctrina foránea, explica la razón del terrorismo de Estado y del exterminio físico de gran parte de una generación, cuya memoria reclama del compromiso militante de continuar la lucha por los nobles ideales, por los cuales inmolaron sus vidas. Víctimas de esa brutal represión y a quienes hoy rendimos nuestro sentido homenaje fueron –entre tantos otros- Norberto Centeno (autor intelectual de la Ley de Contrato de Trabajo), Mayor Bernardo Alberte (ex Delegado del Gral. Perón), Benito Romano y Atilio Santillan (FOTIA), Isauro Arancibia y Eduardo Requena (CTERA), Jorge Di Pascuale (Sindicato de FARMACIA), René Salamanca (SMATA-Córdoba), Atilio López (UTA) y Oscar Smith (LUZ y FUERZA Capital). El segundo objetivo, fue el de anular todas las medidas económicas nacionalizantes y de profundo contenido social que, habían sido implementadas por el Peronismo y sus aliados del FREJULI a partir de mayo de 1973 (la Ley de Entidades Financieras, la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central, la nacionalización de los depósitos bancarios y la Ley de Radicación de Capitales Extranjeros), en función de restablecer a rajatabla el modelo agro-exportador, la concentración extranjerizante de la industria y por fin, la dependencia económica y financiera del imperialismo hegemónico de post guerra. Para ello, las clases dominantes, instalaron en el Ministerio de Economía de la Nación a un conspicuo exponente del capital financiero y de la oligarquía terrateniente: José Alfredo Martinez de Hoz. La ejecución del mentado “Programa del 2 de abril de 1976” –inspirado en la más cruda ortodoxia liberal de la generación del 80-, se tradujo en la desnacionalización del Banco Central y del sistema bancario y financiero; en la privatización de las empresas del sector público; en una nueva ley de radicación de capital extranjero funcional a los intereses de los monopolios foráneos, en la derogación de la ley por la cual se instituía el impuesto a la renta normal potencial de la tierra, y por fin, la aceptación sin reservas de las recetas del FMI y con ello, el sometimiento de la economía nacional a las políticas neoliberales de flexibilización y ajuste, punto de partida del fenomenal endeudamiento externo que, aún hoy –y a pesar de los avances logrados con las reestructuraciones a partir de mayo de 2003- sigue condicionando la vida económica y social de los argentinos. La aplicación de ese modelo económico de y para las minorías (nativas y extranjeras), tuvo como correlato social la intervención militar a la CGT y a los sindicatos, a las Obras Sociales, la suspensión de las convenciones colectivas de trabajo, el congelamiento de los salarios en medio de una inflación galopante, el desmantelamiento de la industria nacional y millones de desocupados, la creciente extranjerización de la economía nacional y por fin, la crisis terminal de las economías regionales. El tercer objetivo, fue nada más y nada menos que, avanzar y profundizar un proceso que se había iniciado en el país desde septiembre de 1955: castrar el contenido revolucionario del Peronismo, destruir la concepción movimientista, borrar su historia de la memoria colectiva, y reducir al Justicialismo a un partido demoliberal adocenado y complaciente del sistema. Uno de los testimonios más importantes de ese objetivo político de la dictadura de marzo de 1976 fue, la de un dilecto colaborador civil de la asonada golpista: el socialista democrático Américo Ghioldi quien, tras analizar las “BASES POLITICAS PARA EL PROCESO DE REORGANIZACION NACIONAL” señaló: “El núcleo central de la cuestión que trata el documento de las Fuerzas Armadas es el Peronismo”, pues “el problema de hoy es el de 1955, 1958, 1976. Ser o no Ser. La identidad argentina reconocible desde Mayo y la Constitución, o el retorno al primitivismo, al mito y a las exaltaciones irracionales” (Revista 7 DIAS, diciembre de 1979).-
Es importante recordar que, aquel golpe criminal no fue ajeno a la política intervencionista de Estados Unidos en el continente. La desclasificación de más de un centenar de documentos secretos enviados por el embajador Robert Hill al Dpto. de Estado reveló que, al menos con un mes de anticipación, esa Embajada sabía que el golpe militar sería sangriento, que el presidente de facto iba ser el Gral. Videla, que el gobierno, con excepción del Ministerio de Economía se integraría con militares, que el Congreso sería disuelto, que los partidos políticos se opondrían al golpe y que, la gestión militar sería propicia a los intereses estadounidenses en el país. Sobre el particular, sostiene el economista Mario Rapoport: “Ni el derrocamiento de un gobierno elegido democráticamente ni la inminencia de un baño de sangre, fueron obstáculo para que Estados Unidos anticipara su reconocimiento al régimen genocida de marzo de 1976” (Mario Rapoport. “HISTORIA ECONOMICA, SOCIAL DE LA ARGENTINA, pág. 592. Edit. Planeta S.A.-Ariel. Bs. As. 2005).-
La historia nos enseña que, el Peronismo con sus aciertos y sus errores, con sus virtudes y sus defectos, con sus marchas y contramarchas, continúa siendo –a pesar de muchos- la matriz política-ideológica de todo proceso de transformación económica y social en la Argentina, y que, las mismas clases y sectores sociales que, otrora apoyaron el golpe genocida del 24 de marzo y las políticas neoliberales de mediados de 1976, de la década del 90, y las que llevaron al país a la debacle política, económica y social durante la gestión de Mauricio Macri y sus socios de CAMBIEMOS, son las que se han opuesto y las que se opondrán en el futuro a toda política de nacionalización de los sectores estratégicos de la economía del país, de industrialización, de redistribución del ingreso nacional, de restablecimiento pleno de las instituciones del Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, y por fin, a toda política de integración latinoamericana en la senda soñada por los forjadores de la Patria Grande, aquella de la que fueron pioneros el Gral. San Martín y Simón Bolivar, y de la que tuvo por geniales hacedores al Gral. Perón con el Tratado de Complementación Económica en 1948, y más recientemente a Hugo Chavez, Nestor Kirchner y a Lula Da Silva con la UNASUR y la CELAC, hoy en vías de extinción por las políticas de resignación colonial de la mayor parte de los gobiernos cipayos del continente.

TENERLO PRESENTE ES UN IMPERATIVO PATRIÓTICO DE NUESTROS DIAS.-

CORRIENTES, 24 de marzo de 2020.-
Hector O. Castillo
Norberto S. Soto
Ramón A. Salazar Peleato
Ramón A. Gomez
Daniel A. Bordon
Juan M. Roldan
Centro de Estudios y de Investigaciones Históricas “JUAN DOMINGO PERÓN”
Fuente: SUTECO
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